Comer, rezar, vivir. Estas son las tres más adecuadas palabras que pueden describir la Fellowship de Peace Revolution de Febrero, 2011. Ocurrió desde el 18 de Febrero hasta el 4 de Marzo del 2011, 9 Peace Rebels de diferentes países se unieron para redescubrirse a sí mismos y canalizar su paz interior.
Fue la real luz del Festival de Maja Pujha que sirvió de memorable bienvenida para los participantes – una hermosa señal de que un viaje estaba por empezar. El viaje de 11 horas en bus al sitio de retiro, a pesar de ser largo, fue más que suficiente para mitigar las reservas de cada uno.
La larga espera valió la pena apenas la fresca brisa y las escénicas montañas de Chang Rai dieron el ambiente perfecto para el retiro de dos semanas. Aunque era muy diferente de las concurridas calles de Bangkok y de nuestras respectivas ciudades de origen, había comodidad en esa extrañeza. El tipo de familiaridad que sólo la naturaleza puede dar.
Unidos en la diversidad, los participantes lentamente se abrieron unos a otros mientras descubrían la cultura tailandes a través del lenguaje, la religión, y la COMIDA. Es verdad que al corazón de alguien se llega por su estómago. La gastronomía de P. Wan no sólo satisfizo nuestro apetito, sino también sirvió para romper el hielo y comenzar las variadas conversaciones y la amistad que le siguió.
La meditación fue un componente esencial del retiro. Como la oración, es agridulce. La serenidad nos permitió reconectar con nuestra paz interior y alcanzar un buen nivel de tranquilidad mental y satisfacción. El sentimiento de unión con la naturaleza y los seres vivos hizo que el silencio fuera menos torpe y raro. Las enseñanzas y las palabras de sabiduría de los monjes también arrojaron luz a nuestras muchas preguntas y dudas.
El retiro fue una oportunidad de regresar a la vida nuevamente. Con todo el stress, los problemas y las dudas dejadas atrás, encontramos un propósito al pie del cañón. Los caminos de Chang Rai, aunque largos y apremiantes, fueron testigos de un eterno intercambio de historias, miedos y risas.
Fueron capaces de ver que la belleza de las cosas más simples es un regalo, y una bendición poder redescubrirla adentro de ellos mismos otra vez. Los participantes llegaron esperando profundizar su entendimiento de la paz interna, y decir que ellos se fueron con sus expectativas cumplidas es disminuir la experiencia: ellos se fueron con mucho más que eso.