Paz Global en Movimiento IV

Paz Global en Movimiento IV

Fellowship de Peace Revolution para jóvenes – Febrero del 2011

Artículo de: Rieya Frances Piscano

Comer, rezar, vivir. Estas son las tres más adecuadas palabras que pueden describir la Fellowship de Peace Revolution de Febrero, 2011. Ocurrió desde el 18 de Febrero hasta el 4 de Marzo del 2011, 9 Peace Rebels de diferentes países se unieron para redescubrirse a sí mismos y canalizar su paz interior.

Fue la real luz del Festival de Maja Pujha que sirvió de memorable bienvenida para los participantes – una hermosa señal de que un viaje estaba por empezar. El viaje de 11 horas en bus al sitio de retiro, a pesar de ser largo, fue más que suficiente para mitigar las reservas de cada uno.

La larga espera valió la pena apenas la fresca brisa y las escénicas montañas de Chang Rai dieron el ambiente perfecto para el retiro de dos semanas. Aunque era muy diferente de las concurridas calles de Bangkok y de nuestras respectivas ciudades de origen, había comodidad en esa extrañeza. El tipo de familiaridad que sólo la naturaleza puede dar.

Unidos en la diversidad, los participantes lentamente se abrieron unos a otros mientras descubrían la cultura tailandes a través del lenguaje, la religión, y la COMIDA. Es verdad que al corazón de alguien se llega por su estómago. La gastronomía de P. Wan no sólo satisfizo nuestro apetito, sino también sirvió para romper el hielo y comenzar las variadas conversaciones y la amistad que le siguió.

La meditación fue un componente esencial del retiro. Como la oración, es agridulce. La serenidad nos permitió reconectar con nuestra paz interior y alcanzar un buen nivel de tranquilidad mental y satisfacción. El sentimiento de unión con la naturaleza y los seres vivos hizo que el silencio fuera menos torpe y raro. Las enseñanzas y las palabras de sabiduría de los monjes también arrojaron luz a nuestras muchas preguntas y dudas.

El retiro fue una oportunidad de regresar a la vida nuevamente. Con todo el stress, los problemas y las dudas dejadas atrás, encontramos un propósito al pie del cañón. Los caminos de Chang Rai, aunque largos y apremiantes, fueron testigos de un eterno intercambio de historias, miedos y risas.

Fueron capaces de ver que la belleza de las cosas más simples es un regalo, y una bendición poder redescubrirla adentro de ellos mismos otra vez. Los participantes llegaron esperando profundizar su entendimiento de la paz interna, y decir que ellos se fueron con sus expectativas cumplidas es disminuir la experiencia: ellos se fueron con mucho más que eso.